Vivimos en una sociedad donde el estrés rige nuestras vidas, y vivimos rodeados de tal cantidad de informaciones que a menudo no tenemos el tiempo ni las condiciones para gestionarlas correctamente. Y cuando hablo de informaciones he de hablar al mismo tiempo de energía. Esa energía o información que es lo mismo, viene en forma de situaciones en nuestra vida que despiertan emociones en nosotros que no sabemos qué hacer con ellas, ni como manejarlas. Y mi posición aquí no es mirar estas vivencias como un psicólogo, sino como un osteópata que gestiono con mis manos toda la energía que llega a nuestro cuerpo cada día y que muchas veces no sabe gestionarla, digerirla o aceptarla, llamémoslo como queramos. Y cuando digo que no sabe gestionarla o digerirla, quiere decir que no sabe cómo aceptarla, expresarla y eliminarla, quedándose muchas veces en nuestro cuerpo, y por tanto afectando al estado de la materia. Porque cuando la energía llega a la materia, si no es aprovechada y eliminada acaba por transformarla. Esto significa que entonces nuestras fascias se endurecen, los músculos se ponen tensos, la circulación sanguínea se ve alterada, y acaba por producir cambios en nuestra anatomía, que son detectados por mis manos como osteópata, sabiendo siempre que si la estructura es modificada, la función también lo hará, y cuando el cuerpo ya no pueda adaptarse más, el síntoma empezará a hablar.
No gestionar mis emociones implica que la estructura de mi cuerpo se modifica,
afectando así a su función.
Por tanto como osteópata ayudaré al cuerpo a que pueda eliminar toda esa energía no gestionada, y pueda de esta manera que la Salud pueda expresarse sin obstáculos.
Franki Rocher
Osteópata D.O