Pensando Osteopatía con el Dr. Still


En la tranquilidad del atardecer, cuando la mayoría de sus compañeros están en el laboratorio de anatomía, Celia and Elizabeth sin que el resto se den cuenta se van a la habitación donde está la camilla de tratamiento. Están ansiosas por aprender este método llamado Osteopatía, en poder hacerlo bien. Cada una tiene una motivación diferente. La abuela de Celia está desesperada con el reumatismo. Elizabeth tiene un hermano pequeño con polio y una pierna izquierda más pequeña. Todos necesitan ayuda. Celia Browker y Elizabeth Ewing, acaban de ingresar en la Escuela Americana de Osteopatía ,en Kirksville, hace solo dos meses. Hasta ahora casi todo lo que han hecho ha sido estudiar anatomía. Y están ansiosas por aprender la parte práctica.

 

Hoy han tenido una demostración de cómo tratar la espalda. ¿Cómo lo hizo el Dr. Still? Celia se pone en la camilla, sentada mirando hacia la ventana. Elizabeth se coloca detrás, pasando sus dedos por las apófisis espinosas de las vértebras intentando sentir cómo está la columna. ¿Cómo lo hizo? ¿Tengo que ponerte de lado, así? Pregunta Celia. “No acabo de verlo claro, inténtalo de otra manera.” Mientras están en su dilema, se dan cuenta de la presencia de alguien y al girarse ven al Dr. Still entretenido viendo lo que hacen. Tocándose la barba, en la penumbra detrás de la puerta de la habitación. El Doctor avanza poco a poco hacia la luz. “Chicas, parecéis ansiosas, intentado resolver algo. Admirable; vuestros pacientes os están esperando. Decidme, qué tenéis en vuestra cabeza y que dudas tenéis, quizás os puedo ayudar.” “Dr. Still, esta mañana nos hiciste una demostración de cómo tratar la columna y estamos intentando hacerlo. Pero no sé dónde poner mis manos y cuanto he de apretar”. “Hija mía, tu corazón está en su lugar correcto, y me preguntas dónde colocar tu mano. Pero como estas empezando a darte cuenta, hay mucho más en ello además de tu corazón y dónde colocar tu mano. Deja que te muestre algo”.

 

El Doctor camina hacia el borde de la camilla y coloca su mano izquierda en el hombro izquierdo de Elizabeth. Con su mano derecha y sus dedos ligeramente flexionados, empieza a tocar su columna y sus costillas. Luego inclina al paciente hacia delante hacia la derecha y la izquierda, y sigue explorando. “Tiene rígidas sus costillas en el lado derecho. Esta pobre chica se ha lesionado haciendo sus tareas o ha estado durmiendo en una cama muy dura. ¿Y cómo se todo esto? Usando el ojo que hay en mi mente.

 

Elizabeth, empezamos tocando y acabamos tratando, pero nuestra mano necesita una guía. Y al final es dónde colocas el ojo de tu mente lo que importa. Has de saber lo que estás haciendo(…) En nuestro trabajo es nuestra capacidad para ver la anatomía, encontrar y ver en nuestro paciente lo que es natural y correcto , y lo que no es natural y necesita corregirse. Todos usamos muchas palabras para hacer nuestro diagnóstico y nuestro tratamiento. Pero al final, nuestro corazón y nuestras manos son guiadas por nuestro ojo osteopático, nuestro ojo interno. Y ese ojo necesita ver la anatomía. Para ver la anatomía hemos de estudiar sus detalles tal y como los hizo Dios, y esto no tiene fin.” Os admiro por vuestra motivación y honestidad, pero hoy, no voy a deciros cómo tenéis que tratar esa columna. Os voy a aconsejar que volváis al laboratorio de anatomía. Enseñad a vuestro ojo lo que puede ver. Entonces podéis empezar a guiar vuestras manos para que pueden hacer lo que llamamos Osteopatía. No hay nada de malo en probar, pero no estáis listas aun para hacer un buen trabajo. Solo os comportaréis como cerdos en un corral moviéndose de un lado para otro sin propósito alguno. Anatomía, anatomía, anatomía… eso es todo lo que necesitáis ahora.”

 
Zachary Comeaux 
“El incendio en la pradera”. Pag 57.